sombra al otro lado del espejoUn Extraño en el Espejo

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Erguido ante una espejo de cuerpo entero, he acabado otra tentativa estéril. Tarde o temprano podré moverme con normalidad. Hasta entonces nada, tal vez esperar, resignarme, o construir a pulso el mismo futuro práctico que anhelo.

Seguiré aquí, como ayer, atrapado por las circunstancias, patético y cerebral. La imaginación es la loca de la casa, totalmente cierto, quién lo dijera tuvo más razón que una santa, pero la duda ahora me consume. ¿Estoy alienado? ¿He muerto mientras dormía? ¿Tomo drogas? ¿Deliro? ¿Soy una aberración de laboratorio? Elucubrar tales disparates me hunde aún más en un destino inacabado, como si la ignorancia fuera un ancla tenebrosa y el celo por la felicidad otra causa de mi infortunio.

Apenas unos instantes encabronados y logro vencer la rigidez, muevo las extremidades, la situación tiende a normalizarse. Hago una mueca ridícula, como para confirmar la elasticidad de mi cara, luego reparo en que percibí una eclosión súbita, vibrante y luminosa de vida, un estallido de realidad minuciosa, lo cotidiano fluye en derredor, por doquier, ilumina cada rincón, me hace sonreir y dejo atrás la mala sangre. Surgió una normalidad donde he alisado algunos cabellos encrespados, ergo, puedo discurrir, dominar mis actos, etcétera. Sería conveniente preguntarle a ese desconocido cómo entró a la habitación.

En pie, parado frente a un espejo de cuerpo entero, le veo verme, me guiña un ojo, como para demostrar superioridad. El hombre especular retrocede y se marcha, contrariando leyes físicas elementales. Vuelvo al vacío dominical de los pensamientos aleatorios: "Alicia y sus maravillas...". He perdido la sincronía con la luna bruñida del cristal e intentaré poner las cosas en su sitio.

Paso a la acción, arremeto como un luchador de rugby contra el primer obstáculo sólido, pero una dureza intratable me detiene en seco y el golpe suena como un aldabonazo. Sobreviene un momento revelador, encendido por un relámpago mental; solo ahora sé que el mundo está en la otra orilla, pues quién vegeta atrapado en la vitrina ilusoria de las apariencias es el extraño que pintó con vaho este mensaje compartido.

autor© FJ Padilla